La resolución de la paradoja de Galileo llegó siglos después a través del trabajo revolucionario de Georg Cantor a finales del siglo XIX. Cantor desarrolló un marco matemático riguroso para tratar con conjuntos infinitos, introduciendo el concepto de cardinalidad que podía manejar cantidades infinitas sistemáticamente.
Definición Formal de Cardinalidad
En el marco de Cantor, dos conjuntos tienen la misma cardinalidad si y solo si existe una biyección (correspondencia uno a uno) entre ellos. Esta definición funciona perfectamente para conjuntos finitos pero se convierte en la clave para entender conjuntos infinitos. La cardinalidad de los números naturales se denota por ℵ₀ (aleph-cero), el número cardinal infinito más pequeño.
Para la paradoja de Galileo, definimos la biyección f: ℕ → S donde S es el conjunto de cuadrados perfectos, por f(n) = n². Esta función es: (1) Inyectiva: si f(a) = f(b), entonces a² = b², lo que implica a = b; (2) Sobreyectiva: para cada cuadrado perfecto s, existe n = √s tal que f(n) = s; (3) Por lo tanto biyectiva, probando |ℕ| = |S|.
La Perspicacia de Cantor y la Comprensión Moderna
La perspicacia revolucionaria de Cantor fue que la propiedad de ser un subconjunto propio no es incompatible con tener la misma cardinalidad en conjuntos infinitos. De hecho, esto se convierte en una característica definitoria: un conjunto es infinito si y solo si puede ponerse en correspondencia uno a uno con un subconjunto propio de sí mismo. Esto se conoce como la propiedad Dedekind-infinita.
Los números naturales, enteros, números racionales y cuadrados perfectos todos tienen la misma cardinalidad ℵ₀, haciéndolos infinitos numerables. Sin embargo, Cantor también probó que los números reales tienen una cardinalidad estrictamente mayor (2^ℵ₀), demostrando que efectivamente hay diferentes 'tamaños' de infinito.